Escribe: Luis E. lama
Posteriormente el término se aplicó a la informalidad en todos los campos de nuestra vida, pero si bien otras sonoridades han reemplazado a la original, los carteles han permanecido ya sea en su forma primigenia o renovándose a través del diseño digital, como ha ocurrido por ejemplo con el mas renombrado de ellos, Eliot Túpac.
Alfredo Villar, curador de la muestra Neón Chicha, en el Museo de Grabado del ICPNA, hace un acertadísimo paralelo entre dos megalópolis tan distintas como Nueva York y Lima para hablar de insurgencia popular. En ambos casos la gráfica fue una “gran conquista visual” que evidenciaba la existencia de los márgenes más vulnerables.
En la década siguiente lo chicha pasó del cartel a la nueva vanguardia visual y muchos artistas apropiaron su gráfica para hacer videos, fotografías, pintura, collage e instalaciones. La decoración también lo hizo. Muchos puestos en Casacor –ese publicitado evento Kitsch– tenía sobre sofás para millonarios grandes cojines con impresiones de carteles chicha. Y allí comenzó el bombardeo. Polos, faldas, vestidos, sábanas –todo lo imaginable– nos atiborraron tanto hasta que la moda finalmente se agotó.

Ocurre simplemente que el origen popular de la chicha terminó convirtiéndose en pop, exactamente igual como ocurrió con los graffitis: del hip hop derivaron a obras como las de Keith Haring o al neoexpresionismo de Basquiat.
Hoy, Alfredo Villar nos regresa a los orígenes con artistas diseñadores como Monky o Yefferson que nos permiten un reencuentro con la idea original de los 80, a pesar de que estos carteles resultan ineludiblemente contemporáneos.
La técnica y los materiales han variado y los lemas también. Ya no solo es Chacalón sino también Juaneco, ya no son los Shapis sino el Grupo 5. Y lo político se internacionaliza con el Black lives Matters o el reclamo contra la expulsión de migrantes por Trump. Extraño que no hayan impreso el lema “Dina-Asesina”, nuestra versión criolla de Longlegs.
En 2014 Villar presentó “A mí que chicha” en el Centro Cultural de España. Era una acuciosa investigación que reunía a los nombres más destacados del género desde los orígenes hasta ese momento.
La muestra actual es más modesta, sin embargo, la considero de visión indispensable. Más allá de la iconografía y los colores flúor ella nos habla del pasado y cómo, más allá de los avatares, logramos reinventarnos de acuerdo a los tiempos que nos ha tocado vivir. De eso se trata lo chicha. De pura supervivencia.
