La puerta de su casa en Chorrillos se abre y lo primero que se ve es una guitarra apoyada sobre la pared. Pablo Villanueva Branda –el inconfundible ‘Melcochita’– nos recibe en su sala rodeado de fotos con personajes icónicos, distinciones, trofeos y recuerdos de giras por el mundo. Tiene 88 años, usa audífonos para oír mejor, se pinta las canas para mantener su característico aspecto, pero se mantiene erguido, lúcido y mordaz. Acaba de lanzar El Sonero Llegó, un álbum de 12 canciones donde versiona clásicos de la salsa, no como homenaje nostálgico, sino como reafirmación artística. “Yo no hago covers, hago versiones superiores”, dice con orgullo.
UN DISCO CON TUMBAO INTERNACIONAL
Producido para el mercado global, el disco revisita temas de Justo Betancourt, Celia Cruz, Trío Matamoros y Héctor Lavoe. No es solo una selección de temas reconocibles: en “El cantante”, por ejemplo, ‘Melcochita’ incorpora versos nuevos donde habla del paso del tiempo con resignación elegante. “Ahora yo no tengo nadie que me llore”, canta.
El álbum está disponible en plataformas digitales y su edición física viene en formato de libro, con un póster incluido. “Está bien hecho, con los mejores músicos del Perú”, asegura. Lo dice con autoridad: ha sido incluido en los museos de la salsa de Puerto Rico, Nueva York y Colombia. “Ningún sonero ha hecho veinte fechas seguidas en Colombia”, cuenta, señalando el calendario lleno en su celular. “Acá no pasan mi música en la radio, pero afuera me reciben como leyenda”.
En Estados Unidos, empezó desde abajo. “Entré como corista. Le hice coro a Roberto Torres, a Adalberto Santiago. Cinco años haciendo coros antes de que me dieran una canción”. El trabajo de afinación fue su escuela, y su talento autodidacta, su bandera. “Yo no soy músico de conservatorio, aprendí todo de oído. Es un don que me dio Dios”, repite varias veces. Saca su guitarra y, aunque admite no conocer las notas, deleita con ritmos diversos, desde salsas hasta valses, pero con mucho sabor.
SONERO AFUERA, COMEDIANTE ADENTRO
El contraste entre cómo lo reciben afuera y cómo se le percibe en Perú es notorio. “Yo soy ‘Melcochita’ para el Perú, pero allá soy Pablo Villanueva, el sonero”, dice. Su faceta como comediante, que lo hizo popular en la televisión criolla, fue, según él, una casualidad. “Eso fue un tropiezo que me dio de comer”, recuerda. Ferrando lo vio tocar guitarra, notó su chispa y lo llevó a la televisión. Así nació un personaje que lo acompañó por décadas, pero que, como él mismo confiesa, no define su verdadera pasión: “Prefiero mil veces la música que la comedia. Gozo más, disfruto más. Una canción te la pueden pedir varias veces, pero nadie quiere escuchar el mismo chiste. La comedia me la tuve que ganar a la fuerza”.UN ARTISTA SIN ETIQUETAS
Su versatilidad musical es notable. Además de la salsa, planea grabar un disco criollo. “Yo primero fui criollo. Tenía un conjunto cuando era joven. De ahí viene todo”, dice. Tocó timbales, guitarra, congas. Aprendió viendo y escuchando. “Nunca fui a una escuela de música. Es de oído. De oreja nomás”, repite. Y lo dice sin falsa modestia, mostrando fotos junto a Celia Cruz, el Puma Rodríguez o Marc Anthony. “Yo estuve nominado al Grammy en 2019 por un tema llamado La Momia. ¿Tú sabías? Nadie lo dijo aquí. ¿Por qué? Porque hay discriminación. Nunca pasaron mis temas en la radio de aquí”.


UN TIPO QUE NO SE RINDE
“El que raja no avanza. El público es el que dice si eres bravo o no”, sentencia. Hoy sigue activo, con giras en marcha, contratos en el extranjero y propuestas que se suman. “Me escriben de todas partes. Me piden comerciales, saludos. Eso es una alegría”, cuenta. Y en medio de todo, conserva el humor que lo hizo célebre, pero con la madurez de quien ha aprendido a usarlo con puntería.
Cuando se le pregunta por la muerte, no se inmuta. En su álbum responde con una de esas frases que parecen escritas para quedarse: “Viejo es el mar y todavía se mueve. Viejo es el sol y todavía alumbra”. A los 88 años, ‘Melcochita’ no está volviendo a la escena. Nunca se fue. Y así será, hasta que llegue “la mortadela”. (Marce Rosales)

