La historia de Maju (María Julia en el DNI) Mantilla podría contarse como una seguidilla de coronas, sets y silencios. Desde que ganó el Miss Mundo en 2004, nunca dejó de estar en la conversación pública, pero tampoco se perdió en ella. En un país donde la televisión acostumbra devorar a sus propios ídolos, ella aprendió a permanecer con una mezcla de sobriedad y dulzura que, con los años, ha devenido en algo más raro: coherencia.
MAGAZÍN CON ALMA
Hoy, Maju es una de las figuras centrales de Arriba Mi Gente, programa de Latina que comparte junto a Fernando Díaz y Santi Lesmes. Ya no está en la era de los espectáculos explosivos ni los realities inflamados. “Este es un programa que me permite conectar desde otro lugar”, dice. No como periodista –porque no lo es, y no pretende serlo–, sino como madre, ciudadana, peruana que opina con la intuición de quien ha vivido y ha sabido observar. Desde allí acompaña causas sociales, escucha casos urgentes y hace de la pantalla algo más próximo a una ventana que a un espejo.


VIDA DE MADRE
Pero es en casa donde parece afianzarse el relato más sólido de Maju Mantilla. Doce años como madre de Gustavo y nueve con Luna María la han forjado en una dirección aún más exigente que la televisión. “No hay manual para ser madre, lo que hay es presencia”, afirma. Su relato sobre la maternidad está lejos del maquillaje condescendiente: habla de agotamiento, de dudas, de límites que se ponen con amor, pero también con firmeza. Y de la necesidad de estar, simplemente estar, cuando los hijos lo necesitan, cuando se frustran, cuando no pueden articular lo que sienten.
No es coincidencia que Maju lea sobre emociones, crianza y adolescencia. Sabe que sus hijos están por entrar en territorios movedizos, y se prepara. También admite errores, corrige, ajusta el rumbo. “Nosotros también aprendemos de ellos”, dice, como quien no teme decir que la adultez también puede –y debe– ser un aprendizaje en curso.
UN MATRIMONIO EXPUESTO
En septiembre de 2024, el nombre de su esposo, Gustavo Salcedo, apareció en los programas de farándula. Las cámaras lo captaron junto a otra mujer y el término “ampay” se pegó a la vida de Maju, pese a que ella nunca buscó ese tipo de exposición. Su respuesta fue contenida, medida: “Estoy tranquila, estoy fuerte. Estoy enfocada en mis hijos y en mi trabajo. Agradezco el cariño de la gente y prefiero reservar mi vida personal”, declaró en su momento.
Más allá del escándalo mediático, lo que quedó en evidencia fue la voluntad de proteger su espacio íntimo. No negó, no confirmó, pero sobre todo no se dejó llevar por la lógica del show. Días después, en diálogo con otro medio, reafirmó esa postura: “No me gusta hablar de mi vida personal. Lo que pase o no pase, prefiero vivirlo en casa”.
Cuando se le preguntó directamente por su situación matrimonial durante esta entrevista, su respuesta fue firme y cuidadosa: “Gracias a Dios estamos bien. Yo prefiero no comentar ese tema ni ir a profundidad sobre eso porque es un tema muy personal y muy privado que puede malinterpretarse y prefiero que no se use de esa manera.”
A veces el silencio también es una forma de resistencia. Y en una cultura donde lo íntimo suele ser triturado en prime time, ese gesto tiene un peso mayor.


UN PRESENTE SIN DISFRAZ
Lo que sí queda claro es que hay un deseo de equilibrio, de conservar cierta dignidad en un mundo de titulares fáciles. Tampoco oculta que vive una etapa de decisiones: su contrato con Latina termina este año, y no sabe qué vendrá después. No lo teme. Si hay algo que la experiencia le ha dado, es capacidad para sostenerse incluso cuando el guion no está claro.
Durante la conversación, Maju reiteró una palabra que parece acompañarla como un lema: gratitud. “La gratitud siempre va por delante”, dijo al reflexionar sobre su paso por Arriba Mi Gente y sobre lo que venga después. No importa si el programa continúa o si llega un nuevo proyecto televisivo: su vínculo con la pantalla está marcado por el agradecimiento, por la posibilidad de llegar cada día a miles de hogares y conectar con personas que, sin conocerla en profundidad, se sienten acompañadas por su presencia.
EL TEATRO QUE ESPERA
Si le han propuesto proyectos de teatro, pero la salud delicada de sus padres le ha impedido aceptar. No descarta volver al escenario, pero ahora prioriza otras obligaciones. Si algo ha aprendido es que hay momentos en los que el tiempo no se reparte, sino que se entrega por completo. “Si sale algo más adelante, trataré de organizarme para poder cumplir con los compromisos y estar en algún papel bonito e importante”, concluye.
Maju Mantilla no es solo una exreina ni solo una conductora. Es, sobre todo, una figura que ha elegido la serenidad por sobre el escándalo, el trabajo constante por sobre el ruido y la presencia real por sobre la apariencia. Y en tiempos de exhibición desbordada, eso también es una forma de belleza. (Marce Rosales)
