En febrero de 1985, cuando estaba por concluir el segundo gobierno de Fernando Belaúnde, por primera vez un Papa visitó el Perú. “¡Cambiad de camino!” pidió Juan Pablo II, en Ayacucho, a quienes habían tomado el rumbo de la subversión desde 1980. Mucho tiempo después, casi treinta y tres años, el Papa Francisco vino al encuentro de los peruanos.
El 19 de enero de 2018, en el patio del Palacio de Gobierno, Francisco afirmó que la corrupción era un virus social que lo infectaba todo, y que eran “los pobres y la madre tierra los más perjudicados”. Reclamó el compromiso de todos para enfrentarla: “Unidos para defender la esperanza implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil, y no excluyo a las organizaciones eclesiásticas”. También exhortó a “quienes ocupan algún cargo de responsabilidad” a empeñarse para “brindarle a su pueblo y a su tierra la seguridad que nace de sentir que el Perú es un espacio de esperanza y oportunidad, pero para todos, no para unos pocos”.
Un día después, en la sede del Arzobispado de Lima, luego de haber observado nuestra dramática realidad, el Papa compartió su desconcierto con los obispos: “Vuelvo a hablar de política y me hago una pregunta que no tiene respuesta ¿qué le pasa al Perú que cuando cada uno deja de ser presidente le meten preso? Humala está preso, Toledo está preso, Fujimori estuvo preso, Alan García está que entro, que no entro ¿qué pasa?” En ese momento, Francisco no podía saber que, después de poco más de un año, el presidente Kuczynski –luego de renunciar a su cargo– sería detenido por orden judicial.
El día anterior, reunido con los pueblos originarios del Amazonas en Puerto Maldonado, Francisco se había sentido mucho mejor. “¡He deseado mucho esté encuentro! ¡Quise empezar por aquí la visita a Perú!”, exclamó en la parte inicial de su discurso. Después, denunció que, probablemente nunca como en ese momento, estos pueblos habían estado tan amenazados en sus territorios.
La Amazonía era una tierra disputada desde varios frentes, advirtió Francisco: “El neo extractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, monocultivos agroindustriales”; y “la perversión de ciertas políticas que promueven la conservación de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano”. Hemos “de romper con el paradigma histórico que considera la Amazonia como una despensa inagotable sin tener en cuenta a sus habitantes”, concluyó.
Hace cuatro días, mientras la crisis política nacional continuaba su marcha, Jorge Bergoglio, el Papa argentino amigo del Perú, pasó a la inmortalidad. En medio de la tristeza, la convicción de que su cariño por nuestro país es permanente mantiene vivas todas las esperanzas. Recordemos siempre que, cuando estuvo en Lima, Francisco, uniendo a José María Arguedas con Jorge Basadre, pidió que forjemos “un Perú que tenga espacio para todas las sangres, en el que pueda realizarse la promesa de la vida peruana”