Por desgracia, la semana pasada falleció una séptima víctima a raíz del suero contaminado distribuido en clínicas. Esta situación no solo es indignante para la sociedad en su conjunto, sino que también nos lleva a pensar en la enorme responsabilidad que tienen las industrias farmacéuticas en la actualidad. El cuidado de procesos y la preservación de calidad son indispensables. Como la logística es una disciplina transversal y día a día traslada medicamentos, tiene también un enorme desafío.
Hablar de la logística de la salud no solo es referirse a hospitales, médicos o medicamentos, sino a todo un engranaje que hace posible que un producto farmacéutico llegue en excelente estado a las manos de quien lo necesita. La logística cumple un papel fundamental. Sin embargo, durante muchos años, ha sido el eslabón menos visible del sistema de salud. Hoy, gracias al avance de la digitalización y la tecnología, esto está cambiando.
Solo basta imaginar una vacuna que, por ejemplo, debe ser almacenada a una temperatura constante de entre dos y ocho grados celsius. Si esta pasa solo unas horas fuera de ese rango, pierde sustancialmente su efectividad y pone en riesgo la vida de quien la recibe. Este ejemplo –aunque puede parecer extremo– es real. De hecho, se estima que cerca del 25 % de las vacunas llegan con temperaturas inadecuadas a su destino.
Es así que el transporte de medicinas no es solo un tema logístico más, sino un tema de salud pública. Si las medicinas no llegan a tiempo, o llegan en malas condiciones, no solo se pierde dinero, se pierde confianza y, en el peor de los casos, se pone en peligro la vida de los pacientes. Por ello, entender y modernizar el sistema logístico farmacéutico es una necesidad urgente. Muchas entidades del Estado y privado tienen un sistema logístico muy precario, comenzando por el almacenamiento, temperatura y distribución, esto debe ser en estricto cumplimiento de Buenas Prácticas de Almacenamiento y de Distribución y Transporte (BPA y BPDT) que solo cumple una minoría.
DIGITALIZACIÓN Y CADENA DE FRÍO
En el pasado, el transporte de medicinas se hacía con procesos manuales, registros en papel y seguimiento limitado. Hoy, todo eso ha cambiado gracias a la digitalización. Los sistemas de trazabilidad permiten saber, por ejemplo, dónde está un medicamento, en qué condiciones se encuentra, si ya ha sido manipulado o si ha sufrido alguna alteración durante el viaje.
Estos sistemas no solo mejoran la eficiencia, sino que también permiten reaccionar más rápido ante cualquier incidente. En relación a la cadena de frío, el diferencial es abismal. Si un sensor detecta que la temperatura de una caja de vacunas subió más de lo permitido, el sistema puede enviar una alerta inmediata y activar un protocolo de emergencia para evitar que esas vacunas se distribuyan (y causen daño).
Además de las vacunas, la cadena de frío es esencial para productos sensibles, como antibióticos. Romper la cadena de frío –aunque sea por unos minutos– puede hacer que un medicamento pierda su efectividad. Por eso, nada es más importante que un medio de transporte cuente con sistemas de refrigeración confiables, desde el almacén hasta el transporte y, por supuesto, la entrega final.
La tecnología ha permitido que ciertas empresas logísticas en Perú tengan contenedores inteligentes que regulan automáticamente la temperatura, o eficaces sistemas de monitoreo que envían reportes en tiempo real a un centro de control. Además, es posible analizar rutas, tiempos de entrega, condiciones climáticas y otros factores que permiten optimizar la logística. Estas innovaciones ahorran millones de dólares al evitar pérdidas.
FACTOR HUMANO Y CERTIFICACIONES INTERNACIONALES
Aunque los avances tecnológicos son valiosos, es innegable afirmar que el factor humano sigue siendo indispensable. Desde el conductor que maneja con cuidado una unidad refrigerada, hasta el técnico que calibra los sensores: todas estas personas son piezas clave del sistema. Si evocamos nuevamente la fatídica experiencia de Medifarma, a veces son los errores de operarios o las malas prácticas de profesionales las que pueden terminar por estropear la calidad.
Es preciso que la cadena de transporte invierta permanentemente en formación continua, capacitación en nuevas tecnologías y conciencia sobre la importancia del transporte en la salud. La tecnología ayuda (y mucho), pero jamás será posible que pueda reemplazar el criterio, la responsabilidad y la ética de los profesionales.
Además de la toma de decisiones, existen actualmente otros indicadores que ayudan a verificar las condiciones de calidad en determinadas empresas logísticas. Estas son las certificaciones internacionales. En un mercado tan competitivo, ayudan a garantizar la calidad y seguridad en el transporte. Una de ellas es la Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP) o la ISO 9001, referida al Sistema de Gestión de Calidad. Esta, por ejemplo, asegura que una empresa sigue protocolos estrictos en cada etapa del proceso logístico.
EL NUEVO MERCADO LOGÍSTICO DE LAS MEDICINAS
En nuestro país la necesidad de un transporte de calidad es particularmente importante. Como se recuerda, durante la pandemia COVID-19 se evidenció que muchas empresas no contaban con los estándares mínimos para conservar la calidad de productos sensibles, lo que ocasionó desperdicio de alimentos y, evidentemente, un riesgo sanitario. En respuesta, algunas empresas logísticas peruanas comenzaron a certificar sus operaciones.
Uno de los avances más prometedores en este campo es la inteligencia artificial, que gracias a algoritmos que analizan grandes volúmenes de datos, puede predecir la demanda de ciertos medicamentos, identificar posibles cuellos de botella en la cadena de suministro, o incluso sugerir rutas alternativas en caso de problemas climáticos o de tráfico.
Lo real es que la logística para la salud ya no puede ser vista como un aspecto secundario. Es, en realidad, una herramienta poderosa para mejorar el acceso, la equidad y la calidad de los servicios médicos y por eso requiere ser optimizada.