75 años

Edicion_2720

El Juego de Antonella Aservi

El cabello rizado de Antonella Aservi es un espectáculo en sí mismo: se mueve con ella, como si sus pensamientos flotaran entre cada ondulación rojiza. Sus ojos color caramelo no solo miran, sino que analizan, interpretan y, cuando es necesario, desafían. Su mundo no es de una sola dimensión: transita entre videojuegos, tecnología, anime y modelaje con la naturalidad propia de alguien que no se encasilla.

Para quienes la descubrieron en sus primeras transmisiones de internet, Antonella era un rostro bonito que disfrutaba de la tecnología y los videojuegos. Pero lo bonito era anecdótico: lo que realmente atrapaba era su ingenio. No bastaba con ser gamer, había que ser buena; no bastaba con ser streamer, había que saber vender el contenido. Con una destreza que recuerda más a un CEO experimentado y minucioso que a una influencer, fue construyendo una comunidad fiel que la sigue no solo por cómo juega, sino por cómo habla, piensa y, sobre todo, comunica.

Aunque inicialmente se enfocó en tecnología y gaming, comparte contenido sobre fútbol,
animes y entretenimiento.

UN UNIVERSO DE INTERESES

Antonella no recuerda un mundo sin videojuegos. Su primera consola fue un Atari que llegó a casa gracias a su tío cuando ella tenía apenas tres años. Aunque era una consola obsoleta en esos tiempos, fue clave para despertar su interés desde niña. Sin saberlo, estaba forjando una relación con el gaming que definiría su futuro.

Su contenido muta entre el gaming, el fútbol, la tecnología y el anime. “Las personas son complejas, tienen aristas en gustos y cambian de intereses constantemente”, dice, mientras comenta algunos ejemplos de puntos en común de sus seguidores. “Mucha gente que ama el anime también sigue el fútbol. Si viste Super Campeones, probablemente algo de fútbol te gusta. Si juegas Rocket League, en esencia, estás jugando fútbol. Todo está conectado”.

Esta capacidad para encontrar vínculos inesperados le ha permitido moverse con fluidez entre audiencias que, a primera vista, parecen incompatibles. “Yo me sé jergas de videojuegos y tecnología, pero también he aprendido a entender las de fútbol. La gente que me sigue me ha hecho cumplir mi sueño, lo mínimo que puedo hacer es aprender su idioma”, destaca.

Sin embargo, el prejuicio sobre las mujeres en la tecnología, los videojuegos y el anime ha sido un obstáculo con el que ha aprendido a convivir. “Antes todo era un tabú, todo estaba mal visto. Si te gustaba el anime, eras raro. Si eras mujer y hablabas de tecnología, tenías que probar que sabías. Si decías que jugabas Tekken, había alguien que quería retarte solo para ver si no estabas fingiendo”. Antonella aprendió a responder con hechos: tuvo participaciones destacadas en torneos, armó su propia computadora y convirtió su afición en una carrera rentable y reconocida por el público.

CONSTRUYENDO SU PROPIO ESPACIO

Antes de consolidarse en el universo digital, Antonella recorrió un camino que pocos imaginan cuando la ven en pantalla. Trabajó como anfitriona, vendió caramelos en los semáforos para costear sus pasajes, trabajó como actriz, preparó empanadas con su madre en las madrugadas para venderlas al día siguiente. Nunca le pesó el trabajo duro. Además, era para costear su carrera en el instituto.

En esos tiempos solo buscaba tener un espacio en el que pudiera ser ella. Y lo hizo. En su tiempo libre no iba a discotecas, prefería quedarse en casa para hacer instancias en el videojuego World of Warcraft con su gremio. “Un día, después de un evento, unos amigos me invitaron a salir. Me preguntaron qué era tan importante y respondí: ‘tengo una instancia en un videojuego’. Me miraron como si hablara en otro idioma”.

El estigma nunca se ha ido del todo. Sigue recibiendo comentarios que cuestionan su conocimiento en gaming y tecnología. Se ha acostumbrado a la incredulidad de algunos. “Me han preguntado si de verdad juego, si de verdad sé de tecnología, si de verdad veo anime. Como si tuviera que demostrarlo en cada transmisión”. Pero ante la necedad que abunda en los espacios digitales, a veces la mejor solución es dejarlo pasar y concentrarse en otras cosas.

La exposición en redes siempre trae pros y contras. Antonella ha aprendido a gestionar ambos. Ha enfrentado situaciones incómodas, incluso de acoso, pero no ha permitido que definan su carrera. “Prefiero enfocarme en lo positivo, en la gente que realmente disfruta lo que hago”.

Por eso, más que reaccionar, ha decidido reforzar su comunidad con límites claros. “No me interesa la validación de personas que solo buscan molestar. Lo que hago es para quienes realmente disfrutan mi contenido”.

Entre luces y pantallas, Antonella construyó su propio universo digital.

EL FUTURO EN MÚLTIPLES PANTALLAS

Este año, Antonella está en negociaciones para regresar a la televisión. Previamente tuvo un espacio en Latina, al frente del programa Huella Digital que duró hasta inicios de 2022. Aunque los detalles aún son confidenciales, su entusiasmo es evidente. “Hay un par de canales interesados en un formato que ya tenía antes, pero lo estamos reestructurando”.

Mientras tanto, sigue con su labor en Radio Disney, donde tiene segmentos sobre series, y prepara talleres sobre inteligencia artificial en universidades. “La educación digital es algo que me interesa mucho. Hay demasiadas herramientas nuevas y hay que aprender a usarlas bien”. Además, está en camino de concluir su carrera universitaria para pronto empezar una maestría. Lo que tiene claro es que no busca complacer a nadie. No necesita probar que sabe lo que sabe. Sus haters pueden seguir creando cuentas falsas, pueden seguir lanzando comentarios incrédulos. Mientras ellos hacen eso, ella sigue creciendo. Algunas tienen belleza, otras son inteligentes y Antonella no solo tiene la dicha de tener ambas, sino que sus metas claras la impulsan al siguiente nivel en lo virtual y en lo real.