Las primeras páginas trazan reglas de juego que requieren de cierta concentración para honrarse. Un primer desafío, por cierto, bienvenido entre reflejos de scrolling y memes. Dos amigos en Moyobamba, sus historias paralelas y entrelazadas. Un amor recuperado. La cumbia que se filtra por las ventanas abiertas. El calor y la arrechura. Un personaje sobrenatural que sobrevuela la historia y aterriza para intervenirla.
“Para mí fue una novedad que el libro se dejara leer”, confiesa Jhemy Tineo Mulatillo (1986). “Tenía muchas dudas”. Titubeos superados con el reconocimiento de finalista del Premio Clarín a su segundo libro, Los Restos de la Piel (Tusquets Editores 2025), por parte de un jurado integrado por Samantha Schweblin, Mariana Enríquez y Alberto Fuguet.
Nacido en Nuevo Huancabamba, un pueblo remoto de Moyobamba, Tineo creció en un entorno sin referencias literarias cercanas. Sin embargo, su padre, maestro de una escuela rural, le dio su primer y más insospechado libro de referencia. “Mi familia era de religiosos evangélicos. Mis padres eran sumamente prácticos, estaban ocupados en producir, en salir adelante y yo no tenía esa cualidad. Para no malograr sus planes, me mandaban a leer la Biblia. Ahí empezó mi formación literaria”. Los relatos bíblicos, con su carga de simbolismo y personajes de dimensiones trágicas, se convirtieron en una semilla literaria regada por las mitologías amazónicas, historias de seres que poblaron su imaginario desde la infancia.
“El otro detalle es que escribir literatura es accesible al pueblo”, explica. “Todos, la mayoría, podemos hacer literatura porque necesitamos un lápiz, un cuaderno y no mucho más”.

A los 17 años migró solo a la gran ciudad. “En mi época, o te ibas al Ejército o te venías a Lima a trabajar”. Su primer trabajo en la capital fue como vigilante nocturno en Surco, un turno extenuante que terminaba a las 7 de la mañana, tras lo cual asistía a clases de escritura creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. “Aguanté un buen tiempito, pero el cuerpo no daba para más”.
Lima también lo marcó de otra manera. “Mi pueblo era olvidado por Dios y por el Estado, pero no había basura. Cuando llegué a Lima, lo primero que me golpeó fue la cantidad de desperdicios. La normalización de la basura, de la mugre, es algo que me sigue pareciendo insoportable”, confiesa. Esta mirada del migrante que choca contra la crudeza de la urbe se filtra en Los Restos de la Piel, cuya segunda parte aborda la experiencia del protagonista en una Lima hostil y alienante.
Como uno de sus personajes centrales, el autor es maestro de escuela estatal. “Quería que el libro también tenga algo de lúdico, que dijeran oye, quizás es el autor, quizás es su biografía. Y sí y no”.
Como quien hace limonada de limones, Tineo escribió su novela en los trayectos interminables del transporte público limeño. “En esta ciudad los buses son mi oficina. Dos horas y media de viaje me permitían escribir a mano, corregir, y también dormir”, cuenta. Así, entre los vaivenes de la ciudad, fue esculpiendo una historia que transita por el amor amazónico, el homoerotismo, lo mitológico, lo religioso, la vocación literaria y la paternidad frustrada.
La novela no solo impacta por su contenido, sino por su lenguaje. Con un estilo que combina la narración fantástica, la metaliteratura y pasajes de crudeza, Los Restos de la Piel logra transmitir la exuberancia de la Amazonía y, en contraste, la aridez hostil de la ciudad. En ese sentido, Tineo se inscribe en una nueva generación de artistas y creadores amazónicos que están redefiniendo la percepción de su gigantesca región, como ya lo hacen cocineros y artistas plásticos.
“Hace buen tiempo que estamos ahí, presentes”, dice. “Es más, tengo paisanos que escribieron en la revista de Mariátegui”. Menciona el ejemplo de Arturo Hernández, literato amazónico de mediados del siglo pasado. “Pero en cuanto a cuestiones más humanas, estamos lejos de la civilización. Por ejemplo, nos inunda el agua, nos mata el agua, se lleva nuestras casas. Pero no hay agua para tomar. No hay servicios básicos. Los porcentajes de embarazos en adolescentes son abismales. Lo mismo pasa si comparas promedios en otros indicadores sociales”.
Mientras tanto, su tercera novela ya está en marcha. “Quiero que sea distinta. Mi primer libro fue distinto a este segundo, y el reto es seguir evolucionando”, adelanta.
Jhemy Tineo se posiciona como una de las voces más prometedoras de la literatura peruana contemporánea. Su capacidad para fusionar lo real y lo fantástico, lo personal y lo colectivo, lo convierte en un autor imprescindible para comprender las nuevas narrativas emergentes en el Perú. Desde la selva hasta los trayectos interminables en los buses limeños, Jhemy forja una voz que se alza con fuerza.