Por: Cristina Dreifuss, Decana de la Facultad de Arquitectura y Diseño – UPN
La teoría de las ventanas rotas (broken windows theory) es un concepto sociológico y desarrollado por James Q. Wilson y George L. Kelling en 1982, que establece una conexión directa entre el desorden visible en un entorno urbano y el comportamiento social.
La idea central es que, si una ventana rota en un edificio no se repara rápidamente, la gente tiende a pensar que nadie se preocupa por el lugar y que no hay autoridad responsable de mantener el orden. Esto puede llevar a más vandalismo y deterioro progresivo del área.
El concepto se puede trasladar al espacio en general y a la manera en cómo lo percibimos. Cuando un espacio urbano muestra signos de abandono (basura, mobiliario urbano dañado), transmite el mensaje de que el desorden y el deterioro son aceptables en esa zona.
Este deterioro visible afecta la percepción de seguridad y bienestar de los residentes, quienes pueden sentirse menos comprometidos con el cuidado de su entorno.
¿Pero qué sucede si la “ventana rota”, es decir, el deterioro o la sensación de dejadez, son generadas por los mismos municipios, responsables de mantener nuestras ciudades limpias y seguras?
Hace dos semanas mencionaba la mediocridad en el mantenimiento de espacios públicos, basada en la cultura del “así no más” al momento de cuidar lo que ya está.
Pero también sucede con las cosas nuevas, como los carteles que la municipalidad de Miraflores ha colocado en rejas en lugares como la Av. Benavides. Los materiales inadecuados, la inutilidad de la intervención, la mediocridad de la idea y su ejecución nos llevan a objetos que, a pocas semanas de su colocación, ya están destruidos.
La imagen urbana se ha visto más deteriorada de lo que ya estaba, gracias a una intervención municipal.
Parece un detalle, pero si observamos las ciudades desde esta perspectiva, vemos como las soluciones mediocres de las autoridades contribuyen al desgaste, al desorden, y a la sensación de una ciudad que no nos acoge. Exijamos más. Por el momento, al menos, que se retiren esos cartelitos.