75 años

Edicion_2720

La Nueva Doctrina Monroe

Por: ION JAUREGUI

En un escenario global cada vez más dividido entre grandes potencias, Estados Unidos y China lideran la contienda por el control de recursos clave, tecnologías emergentes y medios de producción. En este contexto, el Proyecto 1817 surge como un plan esencial para que Estados Unidos reafirme su posición dominante, especialmente en sectores críticos como la energía, la tecnología y los recursos estratégicos. Inspirado en los principios de la Doctrina Monroe del siglo XIX, este proyecto ha sido revitalizado bajo el liderazgo de Donald Trump, adoptando un enfoque actualizado centrado en la autosuficiencia económica, el avance tecnológico y el control de recursos esenciales para competir con potencias como China.

El Proyecto 1817, año en el que Monroe comenzó su gobierno, va más allá de la expansión territorial, ya que ahora prioriza el dominio sobre recursos naturales estratégicos, como el litio, el petróleo y el gas, fundamentales para impulsar tecnologías del futuro y la transición energética. Con esta iniciativa, Estados Unidos busca reforzar su capacidad productiva doméstica, asegurar el suministro de materias primas vitales y consolidar su liderazgo en áreas clave, como la inteligencia artificial y las energías renovables.

AUTOSUFICIENCIA EN JUEGO: LA RIVALIDAD ENTRE EE. UU. Y CHINA

Durante su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos, Trump enfatizó la relevancia de lograr la autosuficiencia económica. Ante una China que se ha establecido como el motor industrial del mundo, Washington recurre a políticas proteccionistas e incentivos fiscales para las empresas que mantengan su producción dentro de las fronteras estadounidenses, ejerciendo presión especialmente sobre Europa. Esta estrategia busca disminuir la dependencia de las importaciones y reposicionar la economía estadounidense en sectores estratégicos.

El Proyecto 1817 se alinea con esta visión, fomentando el desarrollo de infraestructuras tecnológicas y energéticas que incrementen la competitividad nacional. También pretende garantizar el acceso a recursos fundamentales, como el litio y los hidrocarburos, con el objetivo de fortalecer el liderazgo de Estados Unidos frente a actores como Huawei, BYD o DeepSeek, la inteligencia artificial del fondo High-Flyer, que demuestran la creciente influencia china en tecnologías de vanguardia.

PRESIÓN ECONÓMICA Y LIDERAZGO INDUSTRIAL

El dominio sobre los recursos estratégicos y las cadenas de suministro se ha convertido en una herramienta geopolítica clave. Estados Unidos utiliza su hegemonía productiva para influir en sus aliados y rivales, imponiendo aranceles a productos extranjeros y aprovechando su poder en organismos internacionales. Con esta táctica, Washington no solo asegura la dependencia de sus socios comerciales, sino que también restringe su acercamiento a China.

Esta estrategia de “chantaje económico” se refleja en el Proyecto 1817, que persigue el control de recursos como el litio y el petróleo a través de empresas estadounidenses, lo que le permitiría mantener su supremacía tecnológica y energética. Este control también le permite limitar el acceso de China a estos insumos cruciales, a pesar de que actualmente el país asiático gestiona cerca del 90 % de los recursos mundiales necesarios. Además, la estrategia incluye ejercer presión sobre socios clave en Oriente Medio, en especial Arabia Saudí, líder de la OPEP, mientras se excluyen actores como Rusia e Irán.

EUROPA: EL EPICENTRO DE

LA DISPUTA DE INFLUENCIAS

Europa, aunque históricamente aliada de Estados Unidos, se encuentra en una posición delicada. Sus estrechos vínculos comerciales con China, particularmente en tecnología y manufactura, han provocado tensiones con Washington. La competencia por recursos en territorios europeos y cercanos, como el Ártico y el Báltico, se ha intensificado, lo que ha impulsado a Estados Unidos a reforzar su presencia y asegurar el alineamiento de la región con sus intereses, generando incluso fricciones con Dinamarca por la soberanía de Groenlandia.

En este marco, el Proyecto 1817 se convierte en una pieza clave para que Estados Unidos controle rutas comerciales y recursos esenciales, limitando la expansión de China en el continente europeo. La lucha por el acceso a minerales y energías renovables, especialmente en el Báltico y Groenlandia, subraya la relevancia de este plan para la agenda estadounidense.

LATINOAMÉRICA: EL ESCENARIO CLAVE EN LA COMPETENCIA DE RECURSOS

Latinoamérica, con sus vastos recursos naturales como el litio, el petróleo y los minerales estratégicos, se ha transformado en un territorio crucial en la pugna entre Estados Unidos y China. El Proyecto 1817 apunta no solo a garantizar el acceso a estos recursos, sino también a mantener la influencia estadounidense en la región. La explotación de estos recursos es esencial para proyectos tecnológicos, desde vehículos eléctricos hasta sistemas de almacenamiento de energía, lo que convierte a la región en un eje fundamental de la estrategia de Washington.

Consciente de esta importancia, Estados Unidos recurre a acuerdos comerciales y alianzas estratégicas, utilizando instrumentos como el Banco Mundial para evitar que las naciones latinoamericanas se acerquen demasiado a China. La presión ejercida sobre Canadá y México desde el 20 de enero forma parte de esta estrategia, mientras la región redefine sus relaciones comerciales en un contexto de competencia geopolítica y energética.

EL FUTURO DEL DOMINIO GLOBAL

El Proyecto 1817 manifiesta la visión de Donald Trump para restaurar la hegemonía estadounidense, no solo a través del control económico, sino también mediante el dominio de recursos críticos y tecnologías avanzadas. A medida que la lucha global por materias primas y cadenas de suministro se intensifica, las tensiones geopolíticas aumentarán, especialmente en regiones clave como Europa y Latinoamérica.

El futuro del liderazgo de Estados Unidos dependerá de su capacidad para mantener su posición en estos sectores estratégicos y limitar la influencia de China. En este tablero geopolítico, el Proyecto 1817 es el elemento central para que Washington conserve su papel como potencia económica y tecnológica, además de preservar el valor del dólar como referencia global en los mercados financieros.