Hace un mes fueron tres muertos en Puno y otros tantos en los últimos días. La semana pasada fueron veintiséis personas en Ayacucho. Y esta semana fallecieron nueve músicos en Tarma. Si bien se dice que las carreteras son las arterias de un país, las vías de nuestro Perú se encuentran marcadas de sangre por las numerosas tragedias que destrozan familias enteras.
En los últimos años, los accidentes de buses interprovinciales, lejos de desaparecer por mejoras en la infraestructura vial, han persistido como una amenaza constante. No hay seguridad vial en el país. Hay peajes y otros mecanismos de recaudo de dinero, pero no se ha mejorado la situación: los pasajeros siguen persignándose antes de subir a un bus.
Desde el trágico accidente en Pasamayo en 2018 –donde un bus se desbarrancó cobrando la vida de más de 50 personas– hasta los incidentes más recientes que han conmocionado al país, los viajes interprovinciales continúan siendo una preocupación grave a raíz del pésimo estado de las carreteras y el MTC brilla por su ausencia.
CIFRAS DE TERROR
Según el Observatorio Nacional de Seguridad Vial del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), en el año 2022 se registraron más de 3 mil 300 muertes. El promedio es de más de 276 fallecidos por mes. Estas cifras pintan un cuadro sombrío de la seguridad en las carreteras peruanas, donde la vida cotidiana de muchos se ve truncada en un instante por condiciones que podrían prevenirse.
La Libertad es la región que registra más accidentes con vehículos de transporte interprovincial con 53 siniestros en los últimos dos años, le sigue Lima con 37, Puno con 26, Cusco con 21 y Lambayeque con 20. Continúa la región de Arequipa con 17 siniestros de tránsito fatales, luego está Ancash y Junín con 16, Ica con 14 y Ayacucho con 9.
Según la estadística, el 18 % de los siniestros con buses interprovinciales se debe a la invasión de carril, muchos de ellos por esquivar huecos, exceso de velocidad o adelanto indebido; mientras que el 13 % se debe a la imprudencia o negligencia del conductor. Un 5 % se debe a conducir en estado de ebriedad o drogadicción y un 3 % debido a la fatiga y cansancio por manejar largas horas continuas.
RESPONSABILIDADES POLÍTICAS
Cuando ocurren esta clase de accidentes, las autoridades culpan a la empresa de transportes, al chofer, al clima, a la geografía, pero no efectivizan las medidas públicas para evitarlas. Y no solo parte de Provías o del MTC, sino también es competencia de los gobiernos regionales y locales. No hay avances en la gestión y el mantenimiento de las infraestructuras viales. Tampoco logros en la supervisión y en la aplicación de normativas que podrían complementar las políticas nacionales de seguridad vial.
Hay accidentes que se han generado solo por tener una mala iluminación en la infraestructura. Para abordar esta crisis de seguridad vial de manera efectiva, se requieren medidas concretas y coordinadas que involucren a todos los actores relevantes.
MEDIDAS Y COMPROMISO
Para empezar, urge la implementación de normativas estrictas. Y esto es el establecer un cumplimiento riguroso de normas de seguridad para todos los vehículos de transporte público, incluyendo requisitos de mantenimiento preventivo y correctivo. Si bien con el propósito de reducir los siniestros de tránsito, el MTC modificó el año pasado los límites de velocidad, lo real es que se debe revisar el Reglamento Nacional de Tránsito.
De otro lado, es urgente mejorar el mantenimiento de las carreteras, la fiscalización y la supervisión. Para ello se debe dar un refuerzo de las inspecciones periódicas y la aplicación de sanciones severas por infracciones a las normativas de seguridad. La Policía Nacional del Perú también tiene campo de acción en este aspecto.
En el pasado se habló de capacitación continua para conductores. Pero lo cierto es que la iniciativa gubernamental no pone énfasis en este tema imperativo. Los buses interprovinciales de transportes de pasajeros tienen choferes que no están debidamente capacitados para tal fin. Es por ello que se necesitan programas obligatorios de formación que, por ejemplo, incluyan una cultura de manejo defensivo, prevención de fatiga, y protocolos de emergencia.
Y lo más importante. Urge la mejora de la infraestructura vial. ¿Por qué no se da una debida inversión para la adecuación y el mantenimiento de las carreteras y vías por donde transitan los buses interprovinciales? A veces el solo hecho de tener una señalización clara evita muertes. No se trata de millones de dólares.
La seguridad vial en el Perú no deben ser cifras, sino significar desafíos. Sin una respuesta decidida del ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez-Reyes, y la implementación urgente de un Plan de Emergencia que coloque la infraestructura vial como máxima prioridad nacional, seguiremos siendo víctimas y testigos impotentes de las tragedias que llenan las portadas de nuestros diarios.